El Buen Oyente

¿Alguna vez te has preguntado que tan buen oyente eres? ¿Eres un oyente pobre? Esperemos que no. Pero si así fuera, debiera ser la excepción, no la regla. Convertirse en un hábil escucha, provoca excelentes relaciones con la gente. Y como todos lo sabemos; toda relación, buena o mala, tiene un impacto directo en las personas, porque las buenas relaciones producen influencia.

La influencia es el poder que un líder posee, que le permite actuar en cualquier situación y lograr grandes resultados, porque tiene el respaldo de la gente. Pero esta se logra construyendo o manteniendo relaciones positivas. ¿Quién no quiere hacer esto?

Un rasgo importante de las personas influyentes es su habilidad para escuchar y entender la perspectiva del otro. En un estudio realizado, los resultados mostraron que las habilidades interpersonales, entre las que está saber escuchar, están entre las primeras, en la lista de habilidades que hacen efectivo el liderazgo.
A la gente le gusta pertenecer a un grupo, donde quienes lo dirigen, cuidan que la gente sea escuchada. ¿Cuántas oportunidades de enriquecer a un grupo se han perdido, porque alguien tomó la determinación de que la conversación terminara antes de que siquiera hubiera empezado?

Hay líderes que aunque estén de pie ante de miles, o sólo con la compañía de unos pocos, tienen la habilidad de hablar eficazmente. Sin embargo, el acto de hablar es sólo una parte del arte dual de la comunicación, pero no la más importante, y aquí es donde muchos líderes fallan. Son hábiles para hablar, pero no para escuchar adecuadamente, que es la parte complementaria de este arte.

Los más grandes hombres y mujeres a lo largo de la historia, se han ganado el respeto de la gente por su habilidad de comunicación; y esta incluye hablar y escuchar. Pero escuchar también incluye toda una serie de habilidades; entre ellas, saber “leer” el tono de voz y el lenguaje no verbal de las personas.

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